Respiración de fuego para yoga



Este Pranayama proviene del Kundalini yoga y se había mantenido en secreto hasta hace pocas décadas, cuando fue revelado al mundo por el eminente maestro de esa disciplina Yogui Bhajan.

Es el Pranayama principal de nuestra escuela, un regalo del Cielo y un auténtico patrimonio de la humanidad.

Esta respiración que es a la vez Pranayama y Kriya, es tan importante para nosotros porque, una vez dominada, ofrece unos espectaculares resultados con un mínimo de esfuerzo y puede ser practicada en muchas situaciones cotidianas, permitiéndonos continuar a la vez otras tareas eficientemente.

Cómo se debe realizar el ejercicio:

Aunque puede hacerse casi en cualquier posición, para aprenderla es preferible adoptar cualquier postura de Pranayama. y a continuación expandimos ligeramente y relajamos la región abdominal controlando que solo se mueva esa zona mientras la región torácica permanece quieta.

Efectuamos respiraciones cortas y algo superficiales a razón de 2 o 3 por segundo, tomando como referencia la zona del ombligo desde donde dirigimos el movimiento de fuelle mientras el mentón permanece ligeramente recogido para alinear las vértebras.

Al iniciarnos en esta técnica lo principal es volvernos conscientes del movimiento diafragmático, por lo que sacrificaremos la velocidad si es necesario para lograr precisión en este movimiento. Cuando a través de la ejecución de estos pasos graduales consigamos practicar la técnica correctamente (en la mayoría de los casos esto puede tomar desde algunas semanas a algunos meses) llegaremos a experimentar un ritmo rápido y constante que se parece mucho a un motor antiguo golpeando rítmicamente.

Al principio esta respiración puede resultarnos difícil de coordinar y forzada, pero tras algún tiempo de práctica y en la medida que nuestro músculo diafragmático se tonifique y adquiera nuevas habilidades, descubriremos un universo de energía a nuestra disposición, fácilmente accesible y a la que recurriremos con enorme naturalidad cada vez que la necesitemos.

Aún en las etapas en las que ya tengamos un relativo control de la técnica, podemos experimentar un proceso en el cual cada vez que comencemos a realizarla necesitemos un cierto grado de concentración y esfuerzo voluntario en los primeros minutos, pero una vez que se “calienta” el músculo diafragmático, el “motor” se pone en funcionamiento por sí sólo y podremos mantener la práctica de modo casi indefinido sin apenas esfuerzo.

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