Cualquiera que se disponga a entrar en contacto con la música hindú a través del yoga, se enfrenta a una serie de reflexiones filosóficas sobre la materia (el sonido), el espacio (la disposición de las notas musicales) y el tiempo (la estructura rítmica que organiza los sonidos). Se enfrentará a una serie de indagaciones metafísicas sobre la estructura de la materia, sus aspectos sensibles y los elementos matemáticos que pueden alcanzar a reproducir sus propias relaciones. En sí toda la filosofía hindú, como su música, navega alrededor de estas posibilidades inmensas e infinitas. Por todo esto es importante tener en cuenta la música durante las clases de yoga.
La tradición hindú, y el yoga, pone un especial énfasis en la dimensión y recorrido de la música . Desarrolla una amplia gama de reflexiones sobre su naturaleza, sobre las emociones que despierta en el ser humano y, al contrario, sobre los sonidos que producen las emociones del ser y sobre la cualidad espiritual y sagrada de las alturas y subdivisiones de cada nota (cada vibración sonora).
Es a través del contacto objetivo con nuestra propia realidad como podemos analizar, aceptar y superar cada etapa, cada momento y cada "oscuridad". Es la propuesta más importante del Yoga. Puesto que somos seres humanos y, como tales, pasamos por todos los niveles, desde el más burdo al más sutil, tenemos la posibilidad de observar cómo las emociones y los diferentes estados que atravesamos pasan, irremediablemente por el cuerpo físico, la mente y, más adelante, encuentran el espacio invulnerable e infinito de lo más sagrado y profundo. Nos hace, lo que en verdad no dejamos nunca de ser, seres espirituales. El sonido, la voz, las propias vibraciones, son el reflejo exacto de este camino que va y viene, que recibe y, a su vez, devuelve una y otra vez.
Desde la perspectiva hindú, el sonido no es algo externo. La voz no es un mecanismo productor de sonido: es algo profundo y sagrado que se lleva a la superficie; un proceso a través del cual se afina y se entona con el mundo, con los demás, con el propio cuerpo. La música es un recorrido de identificación con uno mismo y su realidad; con uno mismo y el universo.